los fantasmas del pasado
danzaban en su cuello.
queriendo asesinarla.
destruirla, equivocarla.
en la impenetrable siesta del dia, cuando las sombras se arremolinan sobre la cama
podia escucharlos. hablandole, gritandole.
reprochandole que habia seguido, que habia vuelto a reir.
las desalmas enfurecidas se recostaban sobre su pecho.
y alli dormian.
alli duermen siempre los fantasmas del pasado.
rozandola, acariciandola.
amandola y odiandola.
y quizas, algunas noches le confiesan
que el infierno es como hacer el amor con la luz apagada.
se confunden los cuerpos, el sudor te ahoga
y el placer se fusiona con el dolor.
y le confiesan, que el cielo
es un eterno reclamo.
se extraña la tierra, y cuando se llora
la lluvia muere en las huellas de un cuerpo vivo
y es ahi cuando el alma extraña la vida.
los fantasmas del pasado la acechan.
la envuelven, la descubren, la dejan.
y cada viernes descansan, desaparecen entre la cosecha.
entre tus labios se disfuman, con el cadaver de la uva.
los fantasmas nos recuerdan que vivir es un milagro
y morir una aventura.